Ellas tienen más de 90 años, ambas vinieron a Agua de Oro para una mejor calidad de vida y razones de salud de sus familiares. Lo que más les gusta hacer en la vida es brindar amor y seguro que las conocen ellas son María Sarmiento y Lidia de Bombechi…
Lidia
Me espera parada en las escaleras de su casa. Impecable con su mañanita verde claro y con una gran sonrisa luciendo sus 93 años, la acompaña Don Mario su único hijo. Si le digo Isidra Irene Cittadino tal vez no sepa de quien le estoy hablando, entonces debo nombrarla como todos la conocemos doña Lidia de Bombechi.
Trabajó en el correo durante 15 años hasta jubilarse. Ese fue su primer y único trabajo. Se vino a vivir a Agua de Oro a los 35 años porque su esposo sufría de Asma crónico y como recuerda apenas llegaron, milagrosamente se curó. Luego de cinco años de estar en Agua de Oro entró a trabajar al correo (en esa época, estafeta postal). Su hijo me cuenta que en aquellos tiempos en la zona había unas 300 estafetas y que en cierta oportunidad se encontró con el Inspector de todas las estafetas zonales y resaltó el trabajo que doña Lidia había realizado.
La miro y le pregunto, doña Lidia no me da el secreto para llegar a sus jóvenes 93 y me dice: “Yo traté siempre de hacer lo correcto, de no meterme con nadie, de hacer las cosas bien. Nunca me excedí con los alimentos, como lo que mi cuerpo me pide. Si bien dice que ahora sus huesos no le permiten moverse tanto (debido a la Artritis) ella se reconoce muy activa siempre. Resalta que otro de los condimentos más importante es tener un hombre bueno a su lado. Su hijo que durante nuestro encuentro la acompaña, cuenta que el se crió en un ambiente tranquilo lleno de paz y dice que sus padres eran el uno para el otro.
Le pido a doña Lidia si le puedo sacar una foto y asiente con gusto, y me dice; sabés una cosa hijita yo vivo dando las gracias de todo lo que la vida me dio y me da. Ahora no me puedo mover tanto pero mi espíritu está contento.
Doña Lidia, ¿que resalta de ser madre?
Responde “a los hijos hay que educarlos desde el amor hablar con ellos hasta para cuando hay que recriminar, pero no desde la violencia, sino siempre desde el cariño. Hoy yo veo que los hijos no tienen respeto a los padres. Son otros tiempos, reflexiona. Yo nunca necesité pegarle a mi hijo pero si le advertí cuando para mí algo estaba mal”.
María
Cuantos años tiene le pregunto a doña María Sarmiento. “95 dulces años” resalta ella fuerte y claro para que no nos quede dudas. Sus ojos brillantes y su pelo blanco perfectamente arreglado aunque se queja que no se peinó bien. Nos invita a tomar unos mates con una gran sonrisa.
Cuando quedó viuda se vino a vivir a Agua de Oro en 1991en busca de un mejor lugar para su hijo Ignacio quien está postrado debido a problemas de salud, acompañada también por Hugo su hijo menor.
Quién no recuerda verla a doña María haciendo las compras en el pueblo y subir con mucho esfuerzo la calle de la Escuela Víctor Mercante cargada de bolsas para llegar a su hogar donde la esperan sus hijos.
“Y mire m´hija hasta hace dos años yo andaba y andaba. No me detenía nadie iba y venía conversando con la gente y haciendo las compras pero sufrí un accidente en la plaza y desde allí ya me muevo con dificultad”. Siempre sonriendo casi ni se queja de los dolores que el tiempo deja en su frágil y pequeño cuerpo. Dice que siempre está agradecida de todo lo que la vida le dió.
Mientras que los ricos mates cebados por Marta Morales van y vienen, doña María recuerda que cuando llegó fue recibida muy bien por la comunidad, ella dice “para mí acá todos son buenos”. Es que quien puede resistirse a esa dulce mirada y esa encantadora sonrisa, quien no la ayudó y admira de doña María la fuerza para moverse y andar por las “subidas y bajadas” de la vida.
Hoy, su hijo Hugo la ayuda en los quehaceres del hogar y la cuida,
mientras ella como hace 69 años se dedica al cuidado de su hijo Ignacio. Cuando Marta le pregunta por él se le iluminan los ojos y dice que desde que ella recuerda nunca lo dejó solo, tal vez por unas horas, pero siempre estuvo a su lado.
Cuando le preguntamos que significa ser madre para ella, hace un breve silencio y nos dice: “Hay algunas mujeres que tiran a sus chicos o los matan porque no saben apreciarlos, ser madres es maravilloso”.
Ellas con ese AMOR de MADRE que se les escapa casi sin querer por todos lados, con grandes sonrisas y sus 90 y tantos años, nos enseñan que desde ese amor a los hijos incuestionable, abnegado, eterno, permanente, incondicional se puede ser muy feliz sin importar las vueltas de la vida.
Por todo ello, es que este mes queremos homenajearla en estas páginas y en su nombre a todas las madres de Agua de oro. Feliz día.
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